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jueves, 3 de julio de 2014

El silencio de Dios.

      Dios sabe enmudecer el silencio. Pero el Dios "material" emplea el silencio para enmudecer a las personas. Me refiero a una serie de imágenes de un dramatismo, de un carácter, de una idiosincrasia, de una potencia espiritual, que toma protagonismo única y expresamente Jesús, y María, y ninguno más. El alboroto, la música, el gentío, el ambiente en general, quizá nos desvía de detalles de una gran importancia, o incluso del más importante, de Dios.

Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, Hermandad del Silencio de Granada, de José de Mora, finales del siglo XVII (h.1695). Se dice que el tallista empleó un cadáver real para la creación de este crucificado.

         Estas imágenes pierden protagonismo, sin ninguna duda. Muy poca gente busca vídeos por ejemplo del Calvario o del Amor de Sevilla y buscan, en la misma madrugá sevillana a Tres Caídas, Sentencia o Gitanos. Ojo, no estoy diciendo que esté mal el que lleve banda o tenga un carácter más "alegre", sino la falta de atención a cosas que sí que hay que prestarles atención, y en este caso, es prestarle atención a Dios.

Santísimo Cristo del Calvario, tallado por Francisco de Ocampo entre 1611 y 1612, Iglesia de la Magdalena, Sevilla.

         En la mayoría de ocasiones la iconografía crucificada va ligada el silencio. Es cierto que Jesús crucificado, ya muerto o no, impone un respeto, una impresión, ya que Jesús ha dado la vida por la
humanidad, y ahí veo bien que en su mayoría lleve silencio, porque debe de tomar protagonismo Jesús, y no el entorno.

Santísimo Cristo de San Agustín, es posiblemente, el mejor crucificado renacentista, por Jacopo Torni. Es la talla más antigua que procesiona, al menos, en Andalucía.

       Pero también depende de la idiosincrasia de la cofradía en cuestión. Si la cofradía ha querido formar una hermandad seria, con un dramatismo y un carácter riguroso, firme, estricto, lo lógico sería que fuese una hermandad de silencio.
Crucificado de Juan de Mesa, el Santísimo Cristo del Amor, de 1620, Iglesia del Divino Salvador, Sevilla.

         

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