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martes, 8 de octubre de 2013

¿Costalero o nazareno?

Desde nuestra infancia, muchos cofrades han soñado con portar en un futuro el paso de misterio o palio de los titulares de la propia hermandad. Pero,¿qué hacemos mientras? Realizar estación de penitencia, sí, ¿cómo? Muy simple, siendo nazareno.

Nazareno y costalero.

Ser nazareno es mas que ir solo en Semana Santa, ponerte el hábito y estar de fiesta a lo largo del cortejo. El buen nazareno, es un buen hermano. Muchos creen que ser costalero es muy duro, pero si lo pensamos detenidamente, al final, es más duro. La soledad, el duro caminar en solitario, estar bajo el agobiante antifaz, cargar con un cirio, que la cera ardiente caiga gota a gota sobre tu hábito o guantes, el no poder disfrutar de tus titulares... Son muchos los problemas y dolores del penitente, y por el lado contrario, los costaleros, aquellos que disfrutan al son de las marchas o el silencio, portando la talla de las cuales son devotos, en compañía, pudiendo hidratarse cuando lo necesiten, teniendo relevos cada cierto periodo de tiempo... Son cosas antónimas.

Educar a nuestros pequeños cofrades.
Lo primera vez que un cofrade realiza estación de penitencia, antes de ser costalero, por encima de todo, debe de ser como nazareno (o monaguillo, si el sujeto es muy joven sintiendo claustrofobia bajo el anfifaz). Ya, tras varios años, llegando a la edad adecuada y con un aspecto físico notable, podremos adentrarnos en esa aventura que es ser costalero, y con el transcurso de nuestras andadas cargando con las trabajaderas, deberíamos de volver a ser nazarenos, para seguir haciendo penitencia. Y es algo menos común, porque una vez que nos jubilamos, dejando el costal a un lado, retomamos el antifaz, y volvemos a acompañar a nuestras sagradas imágenes volviendo a ser nazareno, de nuestra queridísima hermandad.
                                                                                                                         Aliento nazareno.

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